Cuando la noche dobló la esquina, después de una cañita y un montadito, nos dejamos caer por la Sala Sol, y protagonizando una de las sentadas más divertidas y satisfactorias de mi vida, nos regaló los oídos 'El niño de la hipoteca'. Se nos hizo corto, pero mereció tanto la pena por charlar con él, con el Kanka y con su colega (del cual no recuerdo el nombre)... criticando las prisas, las carreras y el estrés de Madrid, que no nos queda más remedio que volvernos a encontrar.
¡El disco enorme! ¡Casi tanto como él!
¿El domingo, después del Retiro nos hacemos un Buho Real, no?
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