17/5/09

Al final, tú contigo.

"Iba tan acelerada por conocer a otros
que se le olvidó conocerse a sí misma.
Estaba tan seguro de que su triunfo
consistía en agradar a los demás que
se le olvidó conocerse a sí mismo.
A ambos les pasó lo único que siempre
cumple y siempre pasa: el tiempo.

Muchos vacíos de vida se producen por
error de entrega de vida. Nos regalamos
sin contruirnos ni valorarnos. Buscamos
amores ajenos y olvidamos el amor propio.

Aquellas reinas de noches de sofá y cama,
aquellos vampiros chupadores de espejismos
de luna menguante, todos sin excepción
se fueron desvaneciendo entre rutinas de
calendarios sin historia hasta que un día,
de repente los envolvió el gran nubarrón
del alma, que es ese momento en que
mirándote al espejo no te ves.
Se desaparecieron de sí mismos porque su yo,
a cambio de nada se lo habían dado a otros.

De vez en cuando hay que sustituir paisaje
por espejo y mirarse en silencio para
reconocerse, que es ese profundo volver
a conocerse. Aprender a hablar con uno
mismo, reflejarse en el propio cerebro,
abrirse en poro y piel, penetrarse en
dulce y hiel. Saber verse, husmearse,
criticarse y quererse. Hablarse...
hacerse preguntas y preguntarse...
parirse respuestas y responderse.

No te equivoques: a no ser que ya te
hayas definitivamente vendido en la
gran feria de abolorios humanos,
nunca estarás solo. Al final,
siempre quedarás tú para
encontrarte contigo."

(Publicado por Ángela Becerra
en ADN el 15 de Abril de 2009)

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